BULLYING. NUEVA FORMA DE AGRESIVIDAD ESCOLAR


El bullying es el maltrato físico y/o psicológico deliberado y continuado que recibe un niño por parte de unos u otros, comportándose con él cruelmente con el objetivo de someterlo y asustarlo, para obtener algún resultado favorable para los acosadores o simplemente para satisfacer la necesidad de agredir que estos suelen presentar.

El bullying, como nos explicaron las tres compañeras que realizaron esta exposición, se puede manifestar de diversas formas: desde el maltrato verbal (suele ser bastante habitual), intimidaciones psicológicas, maltrato físico, aislamiento social, ciberbullying (manipulación, exclusión y aislamiento). Para entender mejor las diferentes tipologías a través de las cuáles se puede manifestar este maltrato, las compañeras animaron a la clase a realizar un role-playing que fue muy útil para entender cómo éste se lleva a cabo.

Las causas de este fenómeno son muchas y complejas. Los factores de riesgo pueden ser desde la violencia, a través de la exclusión social o mismamente de la que se pone de manifiesto en los medios de comunicación.

Es importante conocer los factores de riesgo presentados, pero no debemos olvidar que este fenómeno se suele dar durante la adolescencia, en la que juega un papel fundamental el entorno socializador en el que se encuentra el o la adolescente. Por ser una etapa difícil e importante en la que se produce el proceso madurativo, es necesario prestar especial atención a cada uno de los agentes socializadores: la familia, la escuela, los medios de comunicación y por supuesto, el grupo de iguales (de especial interés en la adolescencia, como hemos podido comprobar en el tema 3: Socialización).

-La familia: es el agente socializador más importante durante la socialización primaria y el primer grupo al que pertenece un individuo. Es imprescindible tener en cuenta los estilos educativos que adoptan los padres.

-La escuela: es el agente socializador más importante de la socialización secundaria, la segunda institución o grupo más importante en el que el niño/a deberá desarrollarse. Es en la escuela, donde se pondrá en contacto con el grupo de iguales, el cual, durante la adolescencia tomará una mayor influencia y poder sobre ésta/a.

-Medios de comunicación: agente socializador, el medio más influyente en los niños/as es la televisión (en auge internet), que a menudo, nos expone a continua violencia.

Los comportamientos observados por los niños/as ya sea en el núcleo familiar, la escuela o los medios de comunicación, influyen de manera notoria en la conducta que estos con el tiempo irán desarrollando.

Un dato de interés y que preocupa bastante, es que más del 80% de los estudiantes, afirma haber padecido o haber participado de alguna manera en un acto de abuso escolar. Es una cifra verdaderamente escalofriante y que ha de hacernos replantearnos varias cuestiones .


¿Juez o verdugo?

Entre los actores que deben existir para que se dé una situación de bullying, debemos destacar dos principales: la víctima y el agresor, sin olvidar los actores del entorno escolar. En las víctimas, podemos encontrar dos tipologías diferentes: víctima pasiva y víctima activa. A continuación, defino el rol de los diferentes actores:

- Víctima pasiva: su situación social suele ser de aislamiento con respecto a los grupos de iguales. Presenta una conducta pasiva ante la violencia a causa del miedo que siente, la ansiedad y la baja autoestima. Puede haber sobreprotección por parte de la familia.

- Víctima activa: sufre una situación de aislamiento. Tiende a actuar de manera impulsiva y puede desarrollar conductas agresivas e irritadoras. En su primera infancia puede que se haya dado un trato familiar hostil.

- Agresores: tienen a ejercer la violencia y abusar de la fuerza. Presentan baja tolerancia a la frustración, dificultad para cumplir normas, carecen de capacidad de autocrítica y se caracterizan por presentar baja afectividad por parte de sus padres.

Tras leer el perfil que presentan los diferentes actores en el caso de darse un caso de bullying, podemos observar que por un lado, las víctimas suelen estar aisladas, es decir, no comparten con un grupo de iguales, y por otro, el perfil del agresor, que suele presentar dificultades para cumplir con las normas, baja afectividad por parte de los padres, etc.

Este perfil (tanto el de víctima como agresor), suele ser denominador común ante casi todos los casos en los que se produce bullying. Como hemos recordado en párrafos anteriores, la familia es el principal agente socializador y grupo en el que se inserta el niño/a. Por ello, debemos tener especial atención en las relaciones, actuaciones y responsabilidades que se fijan en ellos, ya que formarán parte de su futuro.

Tan grave puede ser el descuido en la formación y educación de un menor como pecar de sobreprotección, ya que, ambas conductas, provocarán consecuencias extremas (que el niño/a intente llamar la atención ante carencia de lazos afectivos como crear una excesiva dependencia que no permita establecer contacto con el grupo de iguales, respectivamente).

Al existir tantos factores y agentes de socialización, no se deben delegar responsabilidades así como así de unos agentes a otros (por ejemplo, la familia a la escuela y viceversa), ya que cada uno ha de cumplir con la función que le corresponde, y se deben complementar unos con otros, logrando el máximo grado de inserción posible del menor en la sociedad.

Si estos agentes ejercen su función de manera descoordinada o directamente, no la ejercen, unido a una serie de factores sociales, pueden provocar situaciones de abuso, en este caso el escolar.

En el abuso escolar, al igual que suele haber dos actores implicados (maltratador y maltratado), también existen consecuencias muy distintas, pero igual de graves para ambos.

La víctima, a causa del abuso, puede llegar a desarrollar problemas de salud (tanto a nivel físico como emocional); temor; infelicidad ó fobia al centro educativo entre otras. Por otra parte, el agresor puede reforzar su carácter violento; las ansias de poder y liderazgo; así como poder desarrollar en un futuro conductas delictivas).

Pero hay más. No podemos olvidarnos del entorno escolar, escenario en el que se dan este tipo de abusos, y que hace de los demás menores el que sean observadores pasivos ante tales situaciones.

Los demás compañeros/as del centro escolar, ante este tipo de conductas, están normalizando de manera inconsciente la agresividad, relacionándola además con el éxito social. De esta manera, se está potenciando la falta de sensibilización ante el abuso que sufre algún compañero/a.

Cuando en varias clases se ha abierto el debate de si deberíamos o no trabajar no sólo con la víctima sino también con el agresor (en este tipo de caso como también en violencia de género), yo he sido la primera en ponerle reparos, ya que nunca me había planteado algo así. Sin pararte a reflexionar, lo primero que se viene a la cabeza es un no por respuesta.

Sin embargo, y ya profundizando en el tema a través de la exposición de las compañeras y el posterior trabajo realizado para elaborar la entrada, se comienzan a mirar las cosas desde otra perspectiva.

Anteriormente, he descrito el rol y perfil de los diferentes actores sociales que participan en esta situación. Pero es más, se han descrito las consecuencias que tanto las víctimas, agresores como compañeros pueden llegar a presentar.

Aunque no nos demos cuenta a priori, no hay solo una víctima en el abuso escolar. Según el rol que desempeñe cada actor social, las consecuencias serán graves, ni mejor ni peor para uno que para otros. No hay juez o verdugo, solo menores insertos en una problemática social que les afecta y no les favorece.

Con esta síntesis quiero llegar a lo siguiente: ¿cuál es la solución? ¿Desde qué perspectiva se ha de abordar la problemática?

Es evidente que no resulta fácil ponerle solución a este asunto en el que influyen múltiples factores, sin embargo, es importante concienciar de que ante el conocimiento de un hecho así, no ha de imperar el silencio, debe darse a conocer antes de que las consecuencias que hemos visto anteriormente, se agraven más aun, si cabe.

En los colegios o institutos, los profesores no saben cómo hacer frente a este tipo de situaciones por lo que, a menudo es el orientador/a el que debe hacer frente a esta problemática con la ayuda de sus compañeros docentes.

Sin embargo, creo que sería necesario un equipo de profesionales (psicólogos, educadores sociales, mediadores…) para trabajar con todas las partes implicadas en un caso de abuso escolar, para una mejor intervención coordinados aunque desde diferentes puntos de vista, enriqueciendo aun más la intervención.

Desde este equipo pues, se habría de trabajar tanto con las familias de los menores, con éstos así como con los compañeros/as que han presenciado una actuación de este tipo, de manera que se trabaje en prevenir futuros nuevos abusos y se busquen las soluciones que beneficien más a ambas partes implicadas.

A pesar de las reflexiones aportadas durante el desarrollo del trabajo, sigo pensando que dar soluciones ante tales problemáticas no es tarea fácil, pero trabajar en la prevención y la formación, han de ser un buen comienzo.

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